Aikido



¿Que es el AIKIDO?

 El Aikido es un camino espiritual, y su ideal es la realización de la armonía y el amor. Por medio del disciplinamiento de la mente y del cuerpo, especialmente de la mente, el Aikido conduce a la perfección de la personalidad y de la humanidad. Lo que se enseña no es fuerza bruta, ni violencia, sino el cultivo del Ki a través del entrenamiento mente-cuerpo, lo que a la larga les aportará confianza, dignidad y la facultad de controlar sus propias vidas.
El Aikido pone de manifiesto la realidad última: los espontáneos y ondulantes movimientos de la naturaleza, en los que se acumula el inigualable poder de Ki.
Su objetivo es la formación del ser humano ideal, unificando el cuerpo y la mente a través de un vigoroso entrenamiento mental y físico, y el logro de una vida dinámica, tanto en la actividad como en la quietud. La espiritualidad de su principio fundamental y la racionalidad de su ejecución, son la clave del renombre internacional del Aikido.
Las dramáticas tendencias de la ciencia, de la tecnología y de la moderna civilización materialista coinciden con el deterioro del espíritu humano, que experimenta desasosiego, inseguridad y desorientación  acrecentados por la amenaza del holocausto nuclear,  hasta el punto tal que la humanidad se encuentra hoy en día al borde del desastre global.
En esta época de extrema deshumanización, el Aikido posee un encanto singular. Especialmente atractivo resulta el hecho de que toda persona, sin tener en cuenta su edad, sexo o capacidad atlética, puede realizar, a través de su práctica, la unificación del principio creativo fundamental, el Ki, que impregna el Universo, y el Ki individual,  que  se  manifiesta  en  el  poder  de  la respiración. Esta unificación es la fuente de la energía vital, la cual no solo llena el vacío espiritual, sino que provee de contenido real y de significado a la vida diaria.
Originalmente, las artes marciales japonesas se inspiraban en el objetivo de la victoria en el campo de batalla. Pero la victoria tiene corta vida; cesa rápidamente y desaparece.
Uno puede regocijarse con las victorias obtenidas pero estas nunca constituyen la satisfactoria victoria final. Por eso existía una contradicción: dedicar la vida a entrenar esforzadamente para un fin evanescente.
Esta contradicción se resolvió al crearse el Budo (la Vía de las Artes Marciales), cuyo principal exponente moderno es el Aikido, que enseña el modo de obtener la victoria absoluta basándose en la filosofía de la no-resistencia. No-resistencia significa reducir los instintos agresivos, combativos y destructivos de una persona y encauzarlos a través del poder del amor creativo. Tal filosofía llama más la atención al expresarse mediante un arte marcial, pero esa es la esencia del Budo.
El hecho de que el Aikido sea un Budo moderno, no quiere decir que se trate simplemente de un arte marcial tradicional que ha adquirido rasgos contemporáneos que se encuentran en las otras formas “modernizadas” del Budo, como el Judo, el Karate o el Kendo. Estas aunque han heredado los aspectos espirituales de las artes marciales y valoran el entrenamiento de la mente y el cuerpo han acentuado su naturaleza atlética al hacer hincapié en la competición y en los campeonatos, estableciendo la prioridad en ganar y asegurándose así un puesto en el mundo de los deportes. 
Por el contrario en aikido se niega a convertirse en un deporte competitivo y rechaza todo tipo de certámenes o de concursos que incluyan las divisiones por peso, las clasificaciones basadas en el números de victoria y la recompensa a los campeones, pues entendemos que estas cosas sólo alimentan el egoísmo o la egolatría y la falta de interés por los demás. La gente se deja seducir por la gran tentación que supone los deportes combativos  -- todo el mundo quiere convertirse en vencedor--, pero 
no hay nada más perjudicial que esto para el Budo, cuyo último propósito es liberarse del Yo, conseguir el no-Yo y consumar así lo auténticamente humano.
Con esto no pretendo criticar a las artes marciales que se han convertidos en deportes modernos, pues históricamente esta dirección era inevitable para su supervivencia, especialmente en Japón inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, cuando las artes  marciales fueron prohibidas por las autoridades de la Ocupación Aliada. Incluso como deporte han atraído  el interés de mucha gente, bien como participantes o como espectadores, lo cuál es positivo, pues no se puede negar que, especialmente los jóvenes se sienten atraídos a las artes marciales por los certámenes y campeonatos que deciden quién es el mejor en el campo. A pesar de esta tendencia se niega a unirse a sus filas y permanece fiel a la intención original del Budo: el entrenamiento y cultivo del espíritu.  

Fuente:
"El espíritu del Aikido" de Kisshomaru Ueshiba

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